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    "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles,
    a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones”
    (Hechos 2, 42).

    En 1996, en una carta que sería pasada a la historia, los obispos franceses escribieron a los católicos de Francia: "De frente a la revelación de la profundidad trinitaria y la humanidad de Dios, es evidente que necesitamos una iniciación permanente". Y en la misma línea, añadieron: "Todos tenemos necesidad de la Iglesia como aquel ambiente nutritivo donde arraiga la experiencia de la fe".
    Dos necesidades fueron identificadas para que fuera propuesta la fe a la sociedad actual: la necesidad de una iniciación y un ambiente nutritivo. Esta doble necesidad fue afirmada nuevamente y mejor precisada en una carta que los obispos enviaron en noviembre de 2002 a todo el pueblo de Dios, titulada: "Ir al corazón de la fe: un llamado a renovar nuestra práctica de la catequesis en Francia". En ella invitaron a los católicos de Francia a sumergirse en el corazón de la fe “come la vigilia pascual nos la hace vivir". Se trataba de afirmar "el vínculo vivo y vivificante que tiene que existir entre la catequesis y la liturgia por una parte, y entre la catequesis y toda la comunidad de los creyentes por otra". Los obispos recibieron muchas cartas en respuesta a este mensaje. Padre Yvon BODIN, que hizo una síntesis, notó que "el paso obligado a través de las comunidades cristianas" fue el aspecto más subrayado. Me apresto pues, a la luz de esta experiencia francesa, a probar de testimoniar la necesidad de una comunidad cristiana en el proceso de iniciación cristiana. Lo haré en tres tiempos:
    - una rápida reflexión fundamental sobre esta necesidad;
    - una orientación catequística;
    - un desafío pastoral.

    I - Una comunidad es necesaria para transmitir y hacer crecer la vida

    Utilizaré aquí la metáfora del ecosistema. Esta me la sugiere la intuición ya que la fe que queremos transmitir es antes que nada una vida y que esta vida necesita, para crecer, de todo un ambiente. Es este ambiente que se llama "ecosistema."
    La enciclopedia Universalis define así el ecosistema: el término ha sido introducido por TRANSLEY en 1935 "para cualificar el conjunto de una comunidad vegetal y su ambiente considerado como una unidad". Subrayo las palabras "comunidad" y "ambiente". Así, agrega la enciclopedia, "un ecosistema puede ser definido como un sistema biológico complejo formado por los distintos organismos que viven juntos - una biocenosis - en un determinado ambiente, y de los elementos de este ambiente que intervienen en su existencia - lo que es llamado a menudo el biotopo". Recordamos que "eco" viene del griego "oikos" que significa "casa" y "sistema" es una palabra griega (sustema) que designa un conjunto. Así el ecosistema sugiere esta coherencia de la casa de la vida, la casa de los vivientes. La enciclopedia todavía dice: "Los conjuntos de las poblaciones que coexisten en un mismo ambiente y presentan entre ellos interacciones múltiples (…) constituyen con el ambiente en donde viven sistemas biológicos, los ecosistemas". En el corazón del ecosistema, hay pues vida y todo lo que permite al ser viviente vivir. El ecosistema está constituido por el ser viviente y su ambiente.
    ¿Podemos, a este punto, hablar de "ecosistema eclesial"?. No puedo que sugerirlo, pero sin definirlo. Es una metáfora. Los conjuntos de poblaciones son en este caso los bautizados, seres vivientes. Estos seres vivientes tienen un principio específico de vida que se puede llamar la fe y viven en un ambiente particular, el ambiente cristiano. Si la catequesis es lo que permite a la fe florecer y crecer, no puede aislar al viviente. También crea el ambiente de vida, la comunidad. Hablaremos a este propósito de "baño eclesial" o "función materna de la Iglesia."
    Tal es nuestra convicción. Una renovación de la catequesis pasa por una renovación de toda la Iglesia. Y esta renovación de toda la Iglesia será el producto de comunidades cristianas vivas y misioneras. Se trata de una urgencia pastoral para nuestras diócesis.

    II – La necesidad de una comunidad está grabada en el corazón de la catequesis

    El contexto cultural en que vivimos hoy en Francia - y más generalmente en Europa - nos conduce a tomar conciencia de la unión vital entre catequesis y comunidad, y de algunas convicciones fuertemente afirmadas en el Directorio General de la Catequesis: "La pedagogía catequística es eficaz en la medida en que la comunidad cristiana se convierte en referencia concreta y ejemplar para el camino de fe de los individuos. Eso ocurre si la comunidad se propone como fuente, lugar y meta de la catequesis" (DGC 158).

    1 - La catequesis es un acto eclesial
    Quizás lo habíamos olvidado. "El verdadero sujeto de la catequesis es la Iglesia", nos recuerda el Directorio (DGC 78). Más adelante añade: "El catecumenado bautismal es responsabilidad de toda la comunidad cristiana" (DGC 91). Cuanto dice con respecto al catecumenado bautismal puede ser dicho también de toda la catequesis. Incluso necesitando un servicio especializado y personas formadas y competentes, la catequesis es una responsabilidad de toda la Iglesia, madre y educadora de la fe. El Texto Nacional de Orientación a la Catequesis en Francia hizo de este pedido un eje portante de su propuesta de renovar en profundidad la práctica de la catequesis. Fue justamente para despertar en todo el pueblo de Dios este sentido de responsabilidad catequística que los obispos han llamado a todos los fieles católicos a un tipo de nueva iniciación, yendo al corazón de la fe tal como la vigilia pascual la hace vivir.

    2 - La catequesis necesita la comunidad
    Citamos de nuevo el Directorio, que afirma con fuerza esta convicción: "La comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente. Por lo que es, anuncia, celebra, obra y permanece siempre el lugar vital, indispensable y primario de la catequesis" (DGC 141). Es aquí que se puede hablar de ecosistema. El contexto cultural en que se ejercita la responsabilidad catequística de la Iglesia cambió mucho. En una sociedad totalmente impregnada de cristianismo, donde todos los grandes actos y las etapas de la vida fueron relacionados con ritos religiosos, donde las familias transmitieron los gestos y las oraciones, un tipo de ecosistema cristiano ofrecía a los creyentes un ambiente nutritivo. En una sociedad secularizada, este ecosistema se ha empobrecido considerablemente. Ahora la acción catequística necesita lo que se podría llamar un "baño" de vida eclesial. Este baño eclesial (o ambiente nutritivo), es más que nunca indispensable. Es tarea de la comunidad ofrecerlo: cuando se alimenta de la Palabra de Dios, cuando se deja conducir en los itinerarios de fe que la liturgia le hace vivir, cuando toma su dinámica de la vida sacramental, cuando genera en su seno las oportunidades para compartir las cuestiones de fe, cuando vive la reciprocidad y la atención recíproca para una acogida y una caridad inventiva, cuando se preocupa en dar a los pequeños todo el lugar que merecen, cuando participa activamente en la vida de la ciudad y testimonia concretamente el amor de Dios, cuando vive el perdón recíproco y conoce la alegría de la reconciliación, cuando descubre el Espíritu que obra en el mundo, entonces estas diferentes caras de la vida eclesial forman como "un ambiente nutritivo donde arraiga la experiencia de fe". Cito aquí el Texto Nacional de Orientación que los obispos franceses han votado en su Asamblea de Lourdes, en noviembre de 2005.

    3 - La catequesis conduce a la comunidad
    La catequesis necesita la comunidad vista como un ambiente nutritivo, pero la catequesis también conduce al catequizado, particularmente al catecúmeno, a la comunidad. Ésta es una de las seis tareas fundamentales de la catequesis definida en el Directorio: la educación a la vida comunitaria (DGC 86). Hacer descubrir que los hermanos y las hermanas de Cristo forman la Iglesia, la familia de Dios, hacer posible una experiencia de afiliación, generar y desarrollar vínculos de pertenencia a la comunidad de los cristianos, estos son algunos de los aspectos de esta responsabilidad catequística en materia de educación a la vida comunitaria y eclesial.

    III - Suscitar comunidades: un desafío pastoral

    También en este caso, el desafío está a la altura de las transformaciones culturales que vivimos en Europa. No partimos de cero, pero estamos desorientados en nuestras costumbres de vida eclesial. Nuestras instituciones se volvieron más frágiles, de modo particular la parroquia. Los ritmos de vida de las familias, las pertenencias de los individuos han sido transformados intensamente, particularmente por los medios de comunicación y por los nuevos estilos de vida. ¿Cómo podremos formar comunidades catequizadas en el seno de una Iglesia que propone la fe y se asume las mismas responsabilidades catequísticas?

    1 - La constatación de lo que faltó a la catequesis
    La catequesis fue siempre vivida en el seno de una comunidad. Miremos la experiencia francesa. El texto de referencia de 1979 afirmó este principio: "La catequesis pone sus raíces en la profesión de fe de una comunidad cristiana". Y con el objetivo de poner en acto este principio, el texto de referencia añadió: "Cada iniciativa catequística supone un lugar donde el niño pueda hacer una experiencia de vida eclesial."
    Este "lugar catequístico" fue desarrollado en el seno a las parroquias, suscitando un real dinamismo en la vida cristiana y comunitaria. El problema es que salió tan bien que fue suficiente en sí mismo. A distancia de 25 años, constatamos dos faltas que han minado desde el interior el edificio de la fe que construyó la catequesis en la vida de los niños (el texto de referencia se refería a la catequesis para la fase de 8-12 años, que fue llamada la "institución catequística"). Primera falta: la unión con la liturgia de la Iglesia, particularmente en la asamblea dominical. Segunda falta: la unión con una vida comunitaria más amplia, particularmente a nivel intergeneracional.
    Añadimos una novedad vivida por nuestra Iglesia en Francia. En número creciente de bautizados o no bautizados catequizados, piden conocer la fe cristiana; su demanda hace más viva la conciencia de nuestras faltas y la unión necesaria entre la catequesis y la Iglesia en su conjunto.

    2 - Pregunta: ¿cuáles son las comunidades que hoy necesitamos?
    Hoy la pregunta es ésta: ¿cuáles son las comunidades que hoy necesitamos? ¿Cuáles aspecto tienen que asumir estas comunidades cristianas para llevar adelante el proceso de iniciación? ¿Este rostro está tomando forma? Tenemos el modelo de las nuevas comunidades, quienes desempeñan un rol en el proceso de iniciación, pero muchas veces nacen al margen de la parroquia. Tenemos el modelo de las comunidades neocatecumenales, que parece que se están desarrollando en algunos países de Europa; pero tengo que confesar que un tipo de autosuficiencia suscita en Francia la desconfianza de la mayor parte de las Iglesias locales. También podríamos citar las llamadas 'células de evangelización'; no las conozco bien, pero es muy probable que lleven adelante un real proceso de iniciación. La cuestión es más que nunca candente: ¿cómo suscitarán las parroquias estas comunidades que hacen posible la iniciación?
    ¿Podemos intentar una respuesta a esta pregunta? ¿Podemos definir, por ejemplo, a partir de la vocación bautismal, un tipo de código genético de la vida cristiana, un proceso de cada génesis y cada forma de crecimiento en la Iglesia? Algunas diócesis de Francia conducen hoy una búsqueda en esta dirección. Con sus comunidades locales, la diócesis de Poitiers desarrolla desde hace 10 años un rol a la vanguardia en esta búsqueda. La vocación sacerdotal, profética y real de los bautizados inscribe en la Iglesia una triple llamada: una llamada a la oración, a la fe y a la caridad. ¿Podemos hacer de esta triple vocación bautismal los tres pilares para edificar comunidades cristianas de base en el seno de las parroquias? Las jóvenes Iglesias africanas y sudamericanas hacen esta experiencia en las comunidades eclesiales de base; ¿éstas no podrían representar una fuente de inspiración para que nuestras Iglesias europeas encuentren un nuevo respiro, una nueva juventud?

    3 - Algunas pistas de acción
    Nuestro encuentro también es un laboratorio de ideas. Permítanme proponer algunas pistas de acción para concretizar el objeto de esta rápida intervención: la necesidad de una comunidad cristiana en el proceso de iniciación cristiana.
    - La familia: una pequeña "Iglesia doméstica", es llamada a ser la primera comunidad de base. Casi siempre, en cambio, los padres que hacen bautizar a sus mismos niños no responden a esta llamada. La Iglesia tiene el deber de apoyarlos en la educación cristiana de sus hijos. Ésta tiene que ser una orientación prioritaria de las parroquias, desde la primera infancia. En Francia, lo llevamos a la práctica en lo que llamamos el 'despertar a la fe'. La verdadera respuesta consiste aquí en suscitar comunidades de padres jóvenes. La experiencia enseña que estas comunidades se vuelven cada vez más laboratorios educativos y que entran a formar parte padres que no han sido catequizados ni bautizados.
    - La asamblea dominical: la Eucaristía nos conduce cada domingo al corazón de la fe y reúne la familia de los fieles de Cristo en la oración, en la escucha de la Palabra y en la caridad fraterna. Lo que se suele llamar la 'práctica dominical' ha sido objeto de una grave crisis de rechazo. Esta crisis tiene sus raíces sociales en nuestro país y remonta en aquel tiempo cuando los obreros y los aparceros tenían la obligación de ir a Misa para poder tener trabajo o solamente para hacerse ver por sus patrones. Aquel tiempo es pasado, y hoy nosotros tenemos la posibilidad de fundar nuevamente la asamblea dominical sobre nuevas bases y de hacer revivir la unión vital entre catequesis, comunidad y liturgia. Todas las experiencias de catequesis intergeneracional dominical llevan hoy buenos frutos cuando están basadas en estas columnas de la vida cristiana: oración, enseñanza y compartir la Palabra de Dios, una verdadera caridad fraterna en la socialización, la acogida de los más pobres.
    - La catequesis "popular": una de las grandes tradiciones de la Iglesia católica es la catequesis popular experimentada en los momentos fuertes del año, alrededor de las fiestas litúrgicas, en los lugares de peregrinaje, en los tiempos particulares unidas a las tradiciones locales o a los acontecimientos importantes de la vida. Pienso en la tradición de las Ostensiones pomposas que descubrí llegando a la diócesis de Limoges. Ellas crean la oportunidad de las grandes catequesis populares, donde todo el pueblo 'hace comunidad' en el fervor de la fe y de la oración.
    - Los tiempos y los lugares de primer anuncio: ¿cómo catequizar a las personas que no han escuchado el primer anuncio? En ocasión de su encuentro con los obispos alemanes en la JMJ, Benedicto XVI habló de una proto-catequesis de acceso. La comunidad, también en este caso, reviste una importancia primordial. Hoy tenemos que generar comunidades misioneras que sean capaces de testimoniar este primer anuncio, al servicio de la nueva evangelización. La catequesis se introduce en la vocación misionera de la Iglesia.

    Conclusión

    Para concluir, quisiera citar la intervención del filósofo francés Régis DEBRAY cuando fue invitado al encuentro organizado en Aix-ella-Chapelle, en septiembre de 2003 por la Comunidad de San Egidio "¿Qué nos esperamos de ustedes, grandes corrientes espirituales del occidente? ¡Qué se despierten! Nosotros fumamos el opio del pueblo en un sistema de las comunicaciones que se abandona a los 'pero' del dinero y de la facilidad. ¡Ustedes, ustedes son libres! ". Somos libres porque fuimos liberados. Somos libres porque fuimos salvados. Salvados por la cruz de Cristo. Resucitados con Cristo. Estamos llamados a hacer vivir este corazón de la fe en el corazón del mundo y a suscitar comunidades que inicien la experiencia cristiana. Muchos no creyentes hoy testimonian que nos esperan. La catequesis "recibe de la evangelización un dinamismo misionero que la fecunda interiormente y la configura en su identidad" (DGC 59).

    Christophe DUFOUR, Obispo de Limoges
    Presidente de la Comisión Episcopal de la Catequesis y del Catecumenado

    (documentazione ISCA)


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